(sensaciones de un Erasmus que vuelve a casa)
El miedo a lo desconocido es algo a lo que se ha
enfrentado cualquiera que se haya planteado
vivir en el extranjero. Una vez te adaptas, sin embargo, aquello se convierte en
tu hogar. Es entonces cuando te toca pensar en la vuelta a casa, a tu verdadero hogar, y una mezcla de alegría, tristeza, emoción y,
sobre todo, incertidumbre comienza a rondar tu mente. Alegría por volver a ver
a tus amigos y familiares, tristeza por dejar ese lugar en el que estabas tan a
gusto, emoción por ambas cosas e incertidumbre por no saber cómo sucederá todo
a tu llegada. ¿Habré cambiado? ¿Será todo como antes? ¿Cómo serán los
reencuentros?
Todas estas incógnitas volaban por mi cabeza
durante la última semana en la Universidad de Roehampton y después de 7 días en
España puedo decir que se han disipado completamente.
Antes de volver sentirás que todo va a ser raro,
que la relación con tus amigos no será la misma, que nadie se acordará demasiado de ti
o que tu ciudad habrá cambiado tanto que no te enterarás de la misa
la mitad. Todo mentira. Vuelves y todo vuelve a ser como antes, o incluso
mejor. Y es que lo mejor de echar de menos tantas cosas es que cuando vuelves a
hacerlas las disfrutas muchísimo más. Un paseo en moto, un partidito de
balonmano con tu equipo de siempre, una cervecitas baratas en una terraza con
amigos a los que no les tienes que pedir que te repitan las cosas porque no les
has entendido, una comida caliente en una mesa decente o, incluso, una
discusión con una hermana...Todas esas cosas que en Londres no posibles son.
¿Sabéis eso que dicen de que el Erasmus te cambia?
Pues es totalmente cierto. Cambia tu perspectiva de las cosas, sobre todo cuando,
como yo, experimentas cambios tan fuertes. De Elche a Londres, de vivir en casa
a vivir solo, de tener todo lo que necesitas al alcance de la mano a tener que
buscarte la vida como buenamente puedas. ¿Quieres ir al centro? Búscate la vida
para descubrir qué transporte coger. ¿Quieres trabajar? Búscate la vida para
sacarte el número de la seguridad social. ¿Necesitas enviar una carta? Búscate
la vida para encontrar la oficina de correos. Es una experiencia única que te abre la mente, te obliga a ser tú mismo y a enfrentarte a nuevos
problemas cada día con un componente añadido: el idioma. Todo ello te hace
madurar, a golpes, pero madurar (con 20 años ya tocaba).
Después de 3 meses de novedades y problemas cada
día, hacer cosas que dominas y con las que te sientes seguro se hace
extrañamente natural. Es lo que ahora se llama “volver a la zona de confort”
de la que saliste casi 100 días atrás. Mientras estás en tu zona de confort no
se te plantean retos u obstáculos, y en cuanto se te presenta uno parece que se
acaba el mundo. Sin embargo, cuando te vas de Erasmus estás muy lejos de tu
zona de confort y todo lo que hagas será nuevo, difícil e interesante. Como
consecuencia, cuando vuelves a casa todo te parece sencillo y no temes
encontrarte con problemas, sabes cómo afrontarlos.
A mí aún me quedan 5 meses de Erasmus de enero a mayo, pero tan sólo con estos tres meses ya vividps puedo decir
que la experiencia ha merecido la pena. Cuando decidí irme al Reino Unido sólo
pensaba en mejorar mi inglés y ahora que he vuelto me doy cuenta de que lo
realmente importante es:
-
la independencia que te da vivir solo.
-
conocer otro país y otro punto de vista sobre todos los aspectos de la vida.
-
tener que buscarte la vida y, como consecuencia, madurar a palos.
-
la actitud positiva y echa’ p’ alante con la que vuelves.
En definitiva, si tenéis la oportunidad no lo
dudéis y emprended la aventura, porque a pesar del miedo del principio vais a
hacer cosas que nunca haríais, aprender cosas increíbles y volver con un
espíritu y una actitud totalmente diferentes.
Un saludo y hasta la próxima.
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