viernes, 20 de diciembre de 2013

Homecoming

(sensaciones de un Erasmus que vuelve a casa)


El miedo a lo desconocido es algo a lo que se ha enfrentado cualquiera que se haya planteado vivir en el extranjero. Una vez te adaptas, sin embargo, aquello se convierte en tu hogar. Es entonces cuando te toca pensar en la vuelta a casa, a tu verdadero hogar, y una mezcla de alegría, tristeza, emoción y, sobre todo, incertidumbre comienza a rondar tu mente. Alegría por volver a ver a tus amigos y familiares, tristeza por dejar ese lugar en el que estabas tan a gusto, emoción por ambas cosas e incertidumbre por no saber cómo sucederá todo a tu llegada. ¿Habré cambiado? ¿Será todo como antes? ¿Cómo serán los reencuentros?

Todas estas incógnitas volaban por mi cabeza durante la última semana en la Universidad de Roehampton y después de 7 días en España puedo decir que se han disipado completamente.

Antes de volver sentirás que todo va a ser raro, que la relación con tus amigos no será la misma, que nadie se acordará demasiado de ti o que tu ciudad habrá cambiado tanto que no te enterarás de la misa la mitad. Todo mentira. Vuelves y todo vuelve a ser como antes, o incluso mejor. Y es que lo mejor de echar de menos tantas cosas es que cuando vuelves a hacerlas las disfrutas muchísimo más. Un paseo en moto, un partidito de balonmano con tu equipo de siempre, una cervecitas baratas en una terraza con amigos a los que no les tienes que pedir que te repitan las cosas porque no les has entendido, una comida caliente en una mesa decente o, incluso, una discusión con una hermana...Todas esas cosas que en Londres no posibles son. 



¿Sabéis eso que dicen de que el Erasmus te cambia? Pues es totalmente cierto. Cambia tu perspectiva de las cosas, sobre todo cuando, como yo, experimentas cambios tan fuertes. De Elche a Londres, de vivir en casa a vivir solo, de tener todo lo que necesitas al alcance de la mano a tener que buscarte la vida como buenamente puedas. ¿Quieres ir al centro? Búscate la vida para descubrir qué transporte coger. ¿Quieres trabajar? Búscate la vida para sacarte el número de la seguridad social. ¿Necesitas enviar una carta? Búscate la vida para encontrar la oficina de correos. Es una experiencia única que te abre la mente, te obliga a ser tú mismo y a enfrentarte a nuevos problemas cada día con un componente añadido: el idioma. Todo ello te hace madurar, a golpes, pero madurar (con 20 años ya tocaba).

Después de 3 meses de novedades y problemas cada día, hacer cosas que dominas y con las que te sientes seguro se hace extrañamente natural. Es lo que ahora se llama “volver a la zona de confort”  de la que saliste casi 100 días atrás. Mientras estás en tu zona de confort no se te plantean retos u obstáculos, y en cuanto se te presenta uno parece que se acaba el mundo. Sin embargo, cuando te vas de Erasmus estás muy lejos de tu zona de confort y todo lo que hagas será nuevo, difícil e interesante. Como consecuencia, cuando vuelves a casa todo te parece sencillo y no temes encontrarte con problemas, sabes cómo afrontarlos. 

A mí aún me quedan 5 meses de Erasmus de enero a mayo, pero tan sólo con estos tres meses ya vividps puedo decir que la experiencia ha merecido la pena. Cuando decidí irme al Reino Unido sólo pensaba en mejorar mi inglés y ahora que he vuelto me doy cuenta de que lo realmente importante es:

                - la independencia que te da vivir solo.
                - conocer otro país y otro punto de vista sobre todos los aspectos de la vida.
                - tener que buscarte la vida y, como consecuencia, madurar a palos.
                - la actitud positiva y echa’ p’ alante con la que vuelves.

En definitiva, si tenéis la oportunidad no lo dudéis y emprended la aventura, porque a pesar del miedo del principio vais a hacer cosas que nunca haríais, aprender cosas increíbles y volver con un espíritu y una actitud totalmente diferentes.

Un saludo y hasta la próxima.


martes, 10 de diciembre de 2013

¿Dónde voy a vivir?



Esta entrada va dirigida a aquellos que ya hayan conseguido la plaza en la Universidad de Roehampton. Antes de nada: ¡Enhorabuena! Habéis elegido la universidad correcta, no os arrepentiréis.

Mucha gente (mi caso) se vuelve loca pensando si elegir alojamiento on-campus (residencia dentro del campus) u off-campus (piso o residencias fuera del campus). Bien, no dudéis: residencia on campus

A diferencia de España, y en concreto en esta ciudad, coger un piso no sale más barato que una residencia, así que no lo penséis y elegid residencia dentro del campus. Que, ¿por qué? Enumeremos las ventajas
  1. Dinero:  el tema económico ya mencionado. Cuesta lo mismo incluso menos. Tengo amigos que pagan 460 libras + agua + electricidad + internet en un piso cutre.
  2. Distancia: estás a menos de 5 minutos de las clases por lo que no tienes que usar transporte público ni llegarás tarde. Es mucho mejor coger el bus los fines de semana para ir al centro que vivir en el centro y tener que coger el bus todos los días para ir a la universidad. 
  3.  Sociabilización (making friends): convives con mucha gente de diferentes partes. Harás amigos. Los pre-drinks,  o botellones, se hacen en las cocinas de las residencias, no quieres perdértelos. Te lo aseguro.
  4. Comodidad: dentro del campus tienes todo lo que necesitas (tienda 24h, PUB, discoteca, zonas de estudio, parques, lavandería, etc.). Se hace mucha vida universitaria y la gente que vive fuera del campus puede estar un poco aislada de las actividades.
  5. Familiaridad: porque te sentirás como en una familia con los miembros de tu flat (que no es piso sino planta).
Paso 1 completado.
Paso2. Una vez ya hemos decidido que vamos a ir a residencia on-campus toca decidir qué residencia escogemos. Todos los estudiantes de primera año o internacionales tienen prioridad sobre los demás y te aseguran no quedarte sin plaza, aunque quizá no te den la residencia que habías pre-seleccionado.
En el campus principal, Digby stuart College, hay 4 residencias principales: Lee House (la de los ricos), Bede House (la de los pobres, donde yo habito), Shaw House  y Newman House. Yo hablo por experiencia, así que hablaré de lo que conozco o me han contado amigos que viven allí. 

Lee House
Lee House, también llamada “la residencia de la reina” por sus espaciosas cocinas, es el hall of residence de lujo. El edificio, como podéis observar, es muy moderno y bonito con grandes ventanales y vistas a los jardines. Las habitaciones son las más grandes de la universidad, algunas incluso con sofá. No comparten baño, sino que tienen uno en la propia habitación, pero, sin embargo, lo más impresionante es la cocina. Cocina-comedor-salón- sala de recreo,  porque en esas cocinas podrían jugarse partidos de pádel, vamos. También es la más cara, todo sea dicho, y está justo a la entrada de la universidad. 


Bede House
La residencia de los pobres, o poor house.
Antes de venir aquí me dijeron: “Bede House es la más sucia, más barata, más chapucera y con más fiesta. Elige Bede House”. Y eso hice. Y no me arrepiento en absoluto, es más, creo que en ninguna parte estaría mejor que en la residencia de los pobretones. Tenemos los cuartos más pequeños, los pasillos más estrechos, baños compartidos y puertas que se rompen cada dos por tres. No hay lavandería y las paredes tienen unos tonos deprimentes. Después de todo esto diréis: “¿y qué tiene de bueno todo eso? Yo ahí ni loc@”. Ese mismo pensamiento pasó por mi mente el día que llegué y vi el panorama. Sin embargo, a los pocos días me di cuenta de cómo iban a  ser las cosas y de que lo más importante cuando estás fuera de casa es, precisamente sentirte como en casa. Y en este sentido Bede es inigualable. Somos 28 personas que formamos una familia. Siempre hay alguien en la cocina. Siempre hay risas y ruidos. Nunca te sientes solo. Hay dos cocinas por planta que hacen las veces de salón, comedor y sala de juegos. Cocinar, charlar, jugar, reuniones, pre-drinks y todo lo que puedas imaginar. Es la más barata y el edificio es viejo, pero la recomiendo totalmente si lo que buscas es pasar un año entretenido y hacer amigos desde el primer día. 



Newman
Esta residencia está pegada al edificio de Bede, y aunque por fuera tienen la misa apariencia (edificio viejo y marón de piedra) el interior dista mucho de ser el mismo. Las habitaciones son más espaciosas, con ducha propia pero no váter, y los pasillos enormes. Hay mucha familiaridad también que viene derivada de un gran problema: la cocina. O la ausencia de ella, en realidad. Es cierto que tienen cocinas (si no tuvieran cocinas ni siquiera la situaría entre las opciones), sin embargo son muy estrechas y, lo más importante: no tienen mesas. ¿Sin mesas? Sin mesas. La gente come en el pasillo o en sus respectivos cuartos, cosa que me parece una vergüenza por parte de la universidad, la verdad. No obstante esto refuerza la familiaridad porque la gente come en los pasillos todos juntos. Una buena forma de cambiar el punto de vista y convertirlo en un aspecto positivo. 


Shaw
Shaw podría considerar el punto intermedio entre Bede y Lee. Está en el límite con Southlands, a tan sólo 5 minutos de las demás residencias y la biblioteca. En cada uno de sus flats (dos por planta) conviven 6 personas que comparten un baño y una ducha. Digo que es una mezcla de Bede y Lee House porque comparten instalaciones y la cocina no es muy grande, como en Bede, pero las habitaciones sí que son espaciosas y coloridas y en la cocina tienes un pequeño salón con sofá y mesa, como en Lee (aunque en Lee todo es el doble de grande). El hecho de ser sólo 6 persona hace que, sí has tenido suerte y te ha tocado con buenos compañeros, puedas llegar a tener mucha amistad y ser como una pequeña familia. Eso sí, como tengas mala suerte...no tienes mucho donde elegir. En mi opinión es un gran sitio para vivir, sería mi segunda opción después de Bede House (barro para casa en este sentido). Algo que me he dado cuenta es que en Shaw viven muchos estadounidenses y, sobre todo, muchas chicas. De hecho sólo conozco a un chico que viva allí.


NOTA: en todos los flats de todas las residencias de las que he hablado hay un flatrep, es decir, un estudiante de segundo o tercer año que ya ha vivido antes en esa residencia y es el encargado de que todo funcione correctamente y resolver todos los problemas o dudas que te puedan surgir. 

Sé que esta entrada es un poco rollazo para los que no tenéis intención de venir a Roehampton a estudiar, pero también sé que será de las más útiles para aquellos que quieran venirse a esta preciosa universidad. Sinceramente, ojalá hubiera tenido yo esta ayuda en los meses previos a venir a Roehampton porque el tema del alojamiento (accomodation) me dio muchos dolores de cabeza.

Espero que mi aportación ayude a alguien a decidirse y, por supuesto, cualquier duda con respecto a la universidad no dudéis en poneros en contacto conmigo: juanan.lorca@gmail.com.

¡Un saludo!

miércoles, 4 de diciembre de 2013

All you need is...Liverpool



“In the town where I was born lived a man...”
Este 'pueblo' del que habla Paul McCartney en Yellow Submarine no es otro que Liverpool, ciudad que vio nacer a la que es considerada por muchos la banda más grande de la historia de la música: The Beatles. 

A tan sólo 2 horas en tren al norte de Londres se encuentra el segundo núcleo metropolitano más grande de Inglaterra y, posiblemente, el más importante en lo que a la escena musical se refiere. Sin embargo, yo decidí que ese viaje era muy fácil (¿2 horas? Es muy poco) y cogí un autobús que me llevo allí en, quizá, las 5 mejores horas en bus de mi vida. 

Era una fría mañana de noviembre y me dispuse a emprender un viaje que me llevaría a la ciudad donde actualmente reside mi amigo y traductor de canciones de los Beatles: Sir Yeray García, cuyas paranoias y vicisitudes podéis leer aq. Se presentaba una mañana larga a bordo de un bus que me había costado 5 librillas. Ya os podéis imaginar la calidad que esperaba encontrarme. 


Sin embargo, cuál fue mi sorpresa cuando apareció ante mí un Megabus (compañía muy recomendable) ultramoderno con chófer de esmoquin, asientos de piel, dos plantas, baño y, afortunadamente, WI-FI. Creo que no se puede pedir más por 5 pounds (lo que valen 4 cervezas en el supermercado barato). Lo que se suponía un viaje agónico en bus destartalado se convirtió en un apacible trayecto con magníficas vistas de los prados ingleses y los 4 de Liverpool como banda sonora.

Una vez allí comenzó la aventura liverpuliana de dos días, con sus respectivas noches, en las que no faltaría la buena música, el buen cine, la buena compañía y, por qué no decirlo, el buen tequila. 

Día 1
Tras atravesar el centro de Liverpool en dirección contraria a la masa, dejamos las cosas en el loft de Yeray, comimos y visitamos el centro de la ciudad. Diría que fue una tarde divertida, pero teniendo en cuenta la hora a la que anochece en Liverpool sería más apropiado hablar de una temprana noche a partir de las 16h. Lo primero que me sorprendió de la ciudad fue la “amabilidad” de la ciudad. No hablo de las gentes, sino de la facilidad para pasear por sus calles, ya que el centro tiene grandes zonas peatonales y varias plazas agradables y, además no está abarrotado de turistas como la capital. 

La contraposición de las dos catedrales, católica y anglicana, es uno de los puntos fuertes en cuanto a turismo cultural y arquitectónico. Por un lado, la catedral gótica anglicana es una de las más grandes de Europa y su interior es realmente impresionante. Al lado hay un cementerio propio de película clásica de terror. Por otro lado, y situada justo en contraposición con la anglicana, se encuentra la moderna catedral católica, aunque nadie diría que es una catedral viéndola desde fuera, ya que parece más una gran planta de incineración gigantesca. Sin duda un tipo peculiar el que se le ocurrió esta idea. Todo en ella es sorprendente, desde la gran escalinata hasta la puerta como las esculturas de la misma y, sobre todo, la estructura circular del interior con el sacerdote situado en el centro de la sala. La luz entra por las amplias cristaleras de tonos azulados y provoca una sensación de frío tecnológico, no sé si me explico. 


No parece el lugar donde se pueda oficiar una misa, transmitir un mensaje de amor y solidaridad y todo eso, pero demuestra un avance con respecto a las típicas catedrales medievales tan manidas. ¡Por fin un Dios que nos dejaría usar los iPhones (Alcatel OT 918 si eres pobre) en la iglesia! A pesar de lo que pueda parecer, la catedral anglicana, la que se enmarca dentro del estereotipo de catedral, se terminó de construir unos años más tarde (1978) que la católica (1967). Concluimos la visita al centro viendo como la gente se caía en la pista de patinaje de hielo; sin duda uno de los momentos cumbres del viaje. 

Por la noche hicimos una escapada a la zona de pubs que, a pesar de ser domingo, estaba especialmente animada, es decir, llena de ingleses borrachos. A diferencia de Londres (y ¡gracias a Dios!) entrar en los pubs de Liverpool es gratis y, por lo que pude ver, muchos de ellos ofrecen música en directo. Además, viniendo de Londres todo me parecía una ganga.

 El sitio de los tequilas de sabores a una libra es parada obligada para cualquier turista en Liverpool. Normal, limñon, fresa, frambuesa, gominola, cereza, tabasso, coco, piña y así hasta más de 30 sabores diferentes en el Saba; no dejéis de ir, amigos. Las patatas fritas con paprika a un euros terminaron de hacer la noche inmejorable.



Día 2
En el segundo capítulo de aventuras por Londres Liverpool visitamos toda la bahía de la ciudad: la zona del puerto, los edificios más emblemáticos de la ciudad y la zona baja de la ciudad. Antes de esto, y a petición de un servidor, fuimos a Anfield, el estadio del Liverpool y “una de las catedrales del fútbol” en Inglaterra. Será un catedral por dentro, pero por fuera es más bien una iglesia de un pueblo perdido de la España más profunda tras la guerra civil. Tal y como me advirtieron, y yo me negué a creer, fue una completa decepción (aquí es donde entrar los “ya te lo dije”).  A continuación fuimos a la bahía a ver las Three graces (las tres gracias), tres edificios de carácter neoclásico de los que cuentan unas historias muy curiosas sobre pájaros que si se miran destruyen la ciudad y que, además conforman un conjunto declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO presidiendo la costa liverpuliana. 

Por la tarde, la biblioteca y el museo nos acogieron durante unas horas de cultureta antes de la  llegada del momento más esperado para mí: The Cavern. Para el que no lo sepa, The Cavern es el emblemático pub donde los Beatles actuaron por primer vez juntos y donde, por ende, nació el grupo y todo la revolución musical y social que trajo consigo. Sorprendentemente, y tras más de 50 años, el pub sigue ofreciendo música en directo, aunque ahora ya todo está relacionado con los 4 de Liverpool. Toda la ciudad se alimenta y vive del legado del grupo, pero The Cavern especialmente. Tras atravesar la mítica puerta del bar hay que bajar tres pisos de escaleras hasta llegar al pub en cuestión, que hace honor a su nombre y es una auténtica caverna llena de mesas, sillas y fotografías de la banda por todas partes. Es el lugar ideal para tomarse una cerveza (o dos, o tres) mientras disfrutas del talento de artistas locales versionando a los Beatles, entre otros grupos. Los hay mejores y peores, pero el show está garantizado si eres un fan incondicional como yo.  En este enlace se pueden consultar los horarios y los precios para entrar. Estos varían según el día, la hora y el artista que esté tocando en cuestión y muchas de  las actuaciones son gratuitas. Los sábados hacen una recreación de la banda entera con 4 artistas y una semana al año es la semana Beatle.


En nuestro caso, estuvimos 2 horas escuchando cantar a este señor: 
@rayogarcía, Jimmy Cuborn y un servidor

Esta mezcla de Paul McCartney y Howard Wollowitz estuvo casi dos horas sin parar tocando y cantando temas como In my life o Help, pasando por Day Tripper o Come Together. Y nosotros con él. Tanta emoción nos vio en la cara, fruto en parte de la Guinness recién servida, que nos dedicó Revolution con el siguiente mensaje: 

'Para los dos chicos de aquella mesa que no paran de hacer palmas y sonreír' -

Jimmy Cuborn

Parecerá una tontería, pero en ese momento fue bastante emocionante. Después de este momento de euforia y aún con la cabeza llena de melodía compramos kebabs y terminamos viendo The world’s end, película que, a pesar de su nombre, no va de una hecatombe zombi ni de una invasión alienígena, sino de un grupo de amigos que se van de borrachera con consecuencias impredecibles (léase con voz de terror y misterio). 

A la gélida mañana siguiente saqué mi ticket to ride  y cogí un tren que me devolvió a la capital de Europa tras dos day trip en Liverpool, ciudad a la que seguro volveré aunque sea volver a twist and shout en The Cavern.
Get back, get back. Get back to where you once belonged.”